mis almas

miércoles, 25 de mayo de 2011

la fuera del amor cap 3


Ola chicas… si, si se que ha pasado muchísimo tiempo desde la ultima actualización, y se que se preguntaran que con que cara vengo a publicar esta historia jajaj… lo siento de veras, no daré escusas no las tengo, solo dejación pero intentare publicar mas seguido, se me cuidan las quiero mucho…. Y déjenme sus comentarios para saber si les gusto el capi sip? (y mas encima pido comentarios xD!)

Elizabeth se sentía muy observada con muchas miradas dirigidas hacia ella, pero de pronto sintió que una de estas era mucho más fuerte, la busco hasta que sus ojos se toparon con unos de un verde intenso, sin poder dejar de observarlo, de pronto sintió como se le aceleraba el pulso, el corazón le latía como las alas de un colibrí, sentía que de un momento a otro saltaría fuera de su pecho, notó que un rubor invadía sus mejillas por lo que desvío rápidamente la mirada. Elizabeth tiritaba de pies a cabeza, ni siquiera se dio cuenta de quienes la saludaban. Sentía un cosquilleo que recorría todo su cuerpo. Se sentía observada y ahogada, quería salir de allí lo antes posible, por lo que decidió retirarse a la cocina, donde se encontraba su mama Luisa. Giró sobre si misma y se encontró con aquellos ojos que tanto la habían perturbado. Comenzó a sudar frio rezando por no desvanecerse frente a el, cuando este se acerca aun más, dirigiéndole la palabra.
  
-     Feliz cumpleaños señorita Elizabeth, es un gusto conocerla, me presento, mi nombre es Eduardo
-     Eh… gracias

¡Que idiota! Se regaño ella misma, ¡ni siquiera le regalaste una sonrisa! Pero ya era tarde y su madre comenzó a despedir a los invitados

- pero antes que se marchen quiero presentarles a una persona – hablo doña victoria- ¿Eduardo me harías el favor de venir? ¿Eduardo?

Elizabeth se dio cuenta de que aquel muchacho no le quitaba la vista de encima, pero con desgana se dio la vuelta hacia donde seguía su madre, lo peor del asunto era que doña victoria era muy  perspectiva y se dio cuenta de aquellas miradas furtivas que se enviaban.

-     Quiero darle la bienvenida al hijo del coronel Sotomayor, estará por un tiempo en nuestra humilde localidad, y espero que se encuentre a justo
-      
Pasaron varias cosas mientra doña victoria hablaba. Eduardo sin prestar atención alguna a la cordial bienvenida de Victoria, le sonreía descaradamente a Elizabeth, haciendo que el rubor de ella los delatara. Con el corazón el la mano, latiéndole como nunca lo había hecho, le devolvió tímidamente una cortes sonrisa, apenas estirando los labios, pero todo esfuerzo para sobrellevar la timidez fue en vano, ya que Eduardo giro su mirada hacia su costado. Elizabeth siguió el transcurso de su mirada, encontrándose con el rostro demasiado entusiasmado de su hermana por que Eduardo la miraba, en ese mismo instante Elizabeth se dio cuenta que Regina estaba interesada en el, una gran tristeza invadió su interior, sin explicación. Eduardo desconcertado volvió a fijar su atención en Elizabeth y otra sonrisa afloraba en sus carnosos labios, pero se desvaneció de inmediato, quizá que había en el rostro de la cumpleañera. Elizabeth sabia que ese hombre era prohibido para ella, incluso mirarlo si quiera, dio media vuelta, quería alejarse de allí. Pero sintió que alguien la jalaba del brazo deteniendo su andar y, pero eso no fue lo que le impresiono y la dejo sin aliento, aquel rose fortuito, había despertado emociones desconocidas  en ella, se giro para mirar quien le impedía avanzar y la sorpresa que se llevo la dejo boquiabierta, era Eduardo, Elizabeth se ruborizo al instante de solo pensar en los sentimientos que había experimentado cuando el toco apenas su brazo.
Eduardo movió sus labios, queriendo hablar, pero ningún sonido salió de su boca, parecía nervioso, carraspeo y volvió a intentarlo

-     ¿Qué le paso?- pregunto angustiado- estaba usted deslumbrante y de un momento para otro sus ojos se llenaron de tristeza

Elizabeth sintió rabia por primera vez en su vida le dieron ganas de quejarse, de contarle a ese hombre que por primera vez en su vida sentía unos celos enormes por su hermana, que odiaba la maldita tradición de su madre, que lo único que había logrado era destruirle la vida.

-     nada que a usted le incumba y nada que usted pueda hacer, con permiso – le dolieron aquellas palabras mas de las que pensó al pronunciarlas, pero era lo mejor, así el se alejaría de ella y todo seria mas fácil.
-     pero…

Antes que Eduardo dijera otra palabra mas Elizabeth se zafó de su brazo y se dirigió a la cocina con lágrimas recorriendo sus mejillas, allí pasó varios minutos hasta que se acabara la fiesta.

En la otra habitación, quedo Eduardo descorsentado, preocupado y apenado por la tristeza de Elizabeth se dirigió hacia doña victoria para despedirse

-     ¿pero como ya se va?- pregunto esta muy amablemente
-     Si doña victoria, esta fiesta no tiene sentido sin su hija en presencia – Eduardo se consideraba un hombre que va por la verdad por delante
-     Ha pero eso se puede solucionar ¡Regina!
-     ¡No, no, no! Me entendió mal, no me refería a esa hija, me refería a Elizabeth

Doña victoria puso cara de pocos aminos, es mas eso es quedarse corto, justo al tiempo que Regina se posicionaba a su costado con una sonrisa de oreja a oreja y Eduardo se asusto (si los dientes sobresalían de los labios de Regina cerrados imagínenla sonriendo)

-     ¿si mami? – pregunto con una voz llena de alegría
-     Nada bebe, vuelve a donde estabas

La cara de Regina se descompuso claramente esperaba otra cosa, se desvaneció la sonrisa y Eduardo se relajo a la vez, enojada  se retiro

-     ¿por que dice eso de Elizabeth? – le pregunto doña victoria a Eduardo con la confusión escrita en el rostro.
-     yo soy un hombre de palabra y sincero…  le confieso que me encanto su hija, la encuentro la mujer más hermosa que he visto en mi vida, sentí como si la conociera desde siempre.

A doña victoria se le cayó la mandíbula, no podía ni quería dar créditos a los que sus oídos oían, una ola de rabia le recorrió todo el cuerpo, ella querría que Eduardo se casara con su querida Regina no con Elizabeth.

-     lo siento mucho Eduardo, pero mi hijo no puede tener ningún romance con usted, ni hoy ni nunca- sentencio con la voz endurecida por el coraje – Eduardo le empezó a entrar el pánico y a imaginarse una y mil cosas sin sentido
-     ¿es que ella tiene novio?
-     No Eduardo ella no tiene novio, ni puede tenerlo, ella nunca va a conocer el amor, ella esta destinada a cuidar de mí, hasta mi muerte.
-     ¡¿Qué?! Pero… ¡pero como es posible!
-     Si, si es posible, y lo es por que lo digo yo.- sentencio furiosa
-     Déjeme decirle doña victoria, pero yo no renunciare a su hija por una estúpida tradición.
-     Discúlpeme, pero ella es mi hija y lo que yo digo respecto a ella se hace sin peros ni objeciones

Doña victoria lo dejo allí mas desconcertado aun y al igual que ella furioso. Pero tal furia no se podía comparar con la de ella, que con paso firme se dirigía hacia la cocina mientras Regina curiosa la seguía.
En la cocina estaba Elizabeth llorando desconsoladamente en el hombro de su mama luisa. Cuando entraron a la cocina doña victoria y Regina, Rosalie se enderezo y limpio sus lágrimas, su madre furiosa la miro a los ojos, cruzo el cuarto en tres grandes zancadas tomando una cuchara de palo a su paso, y el cruzo la cara con ella, después del golpe Rosalie escondió su rostro en el pecho de mama luisa, doña victoria la jalo del pelo para volverla hacia ella, quedando cara a cara con su madre, Elizabeth cerro los ojos nuevamente segura que vendría otro golpe, pero nada sucedió, temerosa entre abrió los ojos, para quedarse sorprendida de que su mama luisa una vez mas había salido en su defensa.

-     ¡siempre he aguatado que hagas lo que quieras con la niña, por que eres su madre pero no lo pareces, pareciera tu peor enemiga victoria! y conozco la historia pero al fin al cabo es tu hija aya pasado lo que aya pasado, no la puedes tratar asi!
-     ¡tú no te metas!
-     ¡Me meto! ¿Que te hizo ahora? victoria yo te he guardado tus secretos pero soy capas de sacarlos a la luz para que dejes en paz a esta niña

Doña victoria abrió los ojos como platos y soltó a Elizabeth, la miro fijamente a los ojos y le dijo

-     no quiero que te acerques a Eduardo Sotomayor o si no, no abra fuera, ni secreto alguno que me detenga, el es para tu hermana y voy a hacer hasta lo imposible para que estén juntos ¡me escuchaste bien! Además no andes mirándolo ni a el ni a ningún otro ¡tu no te puedes casar entiéndelo de una vez por todas! ¡y déjate de andar lloriqueando en las faldas de los demás! ¡ese es tu destino asúmelo! 

3 comentarios:

Cruz de plata dijo...

Pobrecita, aunque por suerte su mama luisa la defendio :) aunque me pregunto que era lo que sabia de doña victoria ...
Que tengas un buen fin de semana!!

cullen dijo...

Cada vez esta mejor,la pena es que no podemos leerla mas a menudo.
Me encanta Luisa,esa mujer si que tiene bondad en su interior.Sigue asi guapa,un besito.

Anónimo dijo...

Hola, gracias por tu comentario en mi blog, siempre eres bienvenida a repasar palabras. No he tenido tiempo de leer bien tu capitulo, pero prometo pasar a leerte con calma... cuando no esté en clases ;)
Te sigo :)

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